Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, 6 de febrero

 La mutilación genital femenina, una violencia de género más cercana de lo que creemos

En el Día por la erradicación de esta práctica, la sensibilización y la prevención se revelan como las herramientas más efectivas para proteger a las niñas

Solo en 2021, 4,16 millones de niñas están en riesgo de sufrir mutilación genital femenina.

La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos y que internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.

Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.
Esta práctica se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como algunos países asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Paquistán) y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.

En 2020, la pandemia de COVID-19 ha afectado de manera negativa y desproporcionada a las niñas y las mujeres, lo que ha dado lugar a una pandemia en la sombra que entorpece la consecución de la meta sobre la eliminación de todas las prácticas nocivas, incluida la mutilación genital femenina. El Fondo de Población estima que debido a las interrupciones en los programas de prevención relacionadas con la pandemia podrían derivar a lo largo del próximo decenio en 2 millones de casos de mutilación genital femenina que, de otro modo, se podrían haber evitado.

Para promover su erradicación es necesario realizar esfuerzos coordinados y sistemáticos en los que participen las comunidades en torno a la concienciación sobre los derechos humanos, la igualdad de género, la educación sexual y la atención a las víctimas de la ablación.

En Castilla-La Mancha, existe un protocolo, que recoge información sobre cómo prevenir esta práctica y orientar en la identificación de la población de riesgo, se ha traducido al inglés, francés, y también a lectura fácil, por ser los idiomas más utilizados por la población más afectada por esta práctica con el fin de trabajar más eficazmente con las comunidades de origen.

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